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sábado, mayo 20, 2006

Nuevos monstruos


El 30 de diciembre de 2005 escribía un artículo titulado Nuestros monstruos haciendo referencia a otro publicado en la prensa por Blanca Álvarez y con motivo de una terrible la noticia en la que mostraba como unos jóvenes aburridos pasaban la tarde. Hoy me han vuelto a la memoria aquellos sucesos, pero sobre todo las frases que utilizaba Blanca: ... El pequeño escucha a su padre o madre y toma buena nota: soy inmune, ya puedo hacer cuanto me plazca. Tal derecho de pernada para fastidiar inpunemente a quien le plazca...

Me encontraba en la cola del pescado esperando a que tocase al número 94. Por allí ha aparecido un señor con un carro de la compra de los grandes, dentro iban algunos bultos, un paquete de Dodotis entre ellos. Ocupando medio carro, un niño de unos cuatro años jugando con un león de plástico al que le hacía transitar subiendo y bajando por todas las montañas posibles. Los efectos especiales de tal actividad nos hacía gracia a los que esperabamos que nos tocase el turno.
En un momento el padre se ha acercado a un expositor a recoger una bandeja y por un lado del carro, que se encontraba en medio entorpeciendo el paso, ha pasado una señora. El niño ha soltado en ese momento: ¡eeeh! no me toques. Parecía que él era uno con el carro. La señora le ha dicho pero si no te he rozado. El padre que lo ha oído ha dicho: Álvaro (no ¡Álvarooo!). Nada más.
La señora ha pasado por mi lado haciéndose cruces de la imprecación de un niño de cuatro años desde un carro de la compra.
Para mí ha faltado un: Álvaro, eso no se dice, pídele perdón a la señora. O: Álvaro no pasa nada porque alguien toque el carro, cállate. O cualquier cosa parecida donde el niño comprenda que eso que ha dicho no está bien, que es de un niño poco educado y que debería pedir perdón. Imaginemos qué aprenderá el otro bebé, el de los Dodotis. Es que todo lo que aprendemos lo hacemos en relación, junto a... Jose Antonio Marina nos recordaba un viejo refrán africano que dice que para educar a un niño se necesita toda una tribu.
Si en ese momento me hubiese sentido tribu habría hecho un leve comentario al padre y al niño, algo así como: pero el león no tiene miedo de que la gente se acerque, me lo enseñas. Algo amable. Después de lo que ha ocurrido es cuando he pensado todas las consecuencias de un momento fugaz, insignificante y casi sin sentido. Me imagino que el día a día estará plagado de momentos como este.
Después de dejar la bandeja en el carro, han empezado a circular y el niño le decía al padre: ¡más rápido!. Lo repetía insistentemente, el padre le decía: ahora va. El niño chillaba: ¡más rápido! Hasta que han cogido una recta de estanterias y ha aumentado la velocidad. No les he vuelto a ver.
Me ha parecido una escena terrible.

6 Commentarios:

Anonymous Anónimo said...

Socialmente hay una negligencia por parte de muchos padres a la hora de educar. Educar cuesta trabajo, pide tiempo, constancia, atención. Los padres delegan. Hace unos meses uno de mi salumnos me dijo muy serio que nosotros (profesores), le teníamos que educar. Le contesté: "Eso les toca a tus papás, yo ya te quiero educadito. Yo no estudié para pedagoga, yo soy filóloga y te enseño lengua y literatura". Aunque claro que les educas, les dices que no se estiren en la clase, que se sienten correctamente, que no tiren las cosas a sus compañeros, que se las den en la mano, todo eso... pero es función de los padres, indeclinable.
Cuando mis hijos eran pequeños recuerdo que varios de mis vecinos me decían, como mérito, que eran muy educados: ¡saludaban! Yo me quedaba a cuadros. Qué menos.
¿Por qué sucede que los padres declinan educar? ¿Por desidia? ¿por pereza? Yo creo que sí. Porque ellos no tienen ganas de complicarse la vida, dejan pasar el tiempo; luego el tiempo les enseña que lo que no hicieron se las comnplica, se les vuelve en contra, espantosamente.
He comprobado que los niños, los adolescentes quieren normas, normas de respeto, de convivencia, de cortesía. Corresponden. Es lógico. Es sólo cuestión de educarlos desde chicos para eso, para convivir con respeto y tolerancia y sin violencia, con todos los demás.
(Vaya rollo me he tirado).
Un abrazo.

21/5/06 10:19

 
Blogger Isidro Vidal said...

Hola Gabriela
Se agradecen tus visitas y comentarios.
Estoy de acuerdo con todo lo que dices. No es por colgarme ninguna medalla pero, a mí y mi mujer nos suelen decir sobre nuestra hija que es muy "maja y qué educada es" (tiene sus cosas como todos) y suelo o solemos pensar: pero bueno, como si lo hijos los encargases con unos determinados "chips" o "items" que les conforman adecuadamente.
Hay que gastar tiempo y acompañar, en definitiva hay que ser padre o madre.
Un abrazo

21/5/06 12:40

 
Anonymous Anónimo said...

Últimamente me sorprendo continuamente ante escenas de este tipo. No soy madre y supongo que no será tarea fácil, pero escenas de este tipo siempre me hacen pensar que la cosa no va bien por ahí, y que vamos a pagar o estamos pagando el precio de actitudes de este tipo en las familias. Los niños no nacen sabiendo, alguien les tendrá que hacer entender cuáles son las normas de convivencia. Y no podemos ser los profesores, entre otras cosas, porque cuando nos llegan ya es un pelín tarde.
Un saludo.

21/5/06 12:41

 
Anonymous Anónimo said...

La situación que cuentas, podría seguir:
"Alvaro tiene 15 años está hablando con su móvil y pasa una "mendiga" por su lado, Alvaro piensa que le ha rozado y entonces decide "¡pegarle fuego a la señora!".... ¡y no pasa nada! porque luego saldrá en todas las cadenas de TV y su papá no se explicará como ha pasado..........."
Yo tengo dos niños y por supuesto no son perfectos ¡nada más lejos de la realidad! pero creo que los valores a fuerza de repetirlos ¡quedarán! (o al menos eso es lo que pretendo)
Un saludo Isidro.

21/5/06 22:50

 
Anonymous Anónimo said...

Isidro,
Tienes mirada para todo. Ya sabes que ando esperando el tercero (quince días) por lo que en estos cuatro años de pañales le he dedicado mucho tiempo a este tema.
Se habla de paciencia para comprenderles y escucharles, pero yo creo que lo que hay que tener es tiempo. Se habla de rigidez, pero lo que hace falta es tiempo. Tiempo para tener paciencia, tiempo para conocerles bien y ser acertado en la rigidez.
Cada niño nace con su genética, y aunque no creo en un único buen modelo educativo, sí creo que hay muchas estrategias educativas que dan respuesta a casi todos los diferentes tipos de niño. Con los adolescentes pasa lo mismo. Pero para acertar con esa estrategia hay que tener tiempo, justo lo que esta implacable forma de vida no te concede.
A veces, maldigo el blog por las muchas horas (casi todas del descanso nocturno) robadas. Y agradezco las tres horas de parque que me concede la primavera para jugar, simplemente jugar, como cuando éramos niños y teníamos todo el tiempo del mundo.

22/5/06 12:22

 
Blogger Isidro Vidal said...

Hola, se me agolpan las contestaciones a los amigos y amigas que se pasean por aquí.

Carmen, María, Patxo, Martinella vuestras aportaciones son bienvenidas y generan corrientes de opinión, matizando y dando nuevas ideas.
Saludos cordiales

23/5/06 13:28

 

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