La Naval

Llevo unos días sin escribir. El fin de semana he estado ocupado, no me ha dado tiempo a sentarme delante del ordenador y ayer lunes terminé tarde para escribir desde casa. Hoy he tomado la decisión de seguir hablando o escribiendo. Por seguir siendo fiel, por ahora, al planteamiento con el que abrí esta blog comentaré algo de lo que tiene mucha importancia para mucha gente del entorno que me rodea. Es el tema del cierre de los astilleros de Izar, más conocidos por aquí como La Naval de Sestao.
Aunque vivo en Getxo, mucha parte de mi vida la he pasado en Sestao, donde nací.
Sestao es un pueblo de la margen izquierda de la ría del Nervión, muy pequeño en extensión, pero con una gran cantidad de industria. En terrenos del municipio se asientan cuatro fábricas importantes: Babcok, General Eléctrica, ACB (antiguamente Altos hornos de Vizcaya) y los astilleros Izar. Desde el pueblo se contempla en el monte una zona conocida como La Arboleda, donde se vivió el boom de la minería y de la extracción del hierro. Sestao, por tanto, es un pueblo de gente obrera que ha conocido muchas reconversiones, jubilaciones anticipadas y también ha sido uno de los centros de oposición durante la etapa de la dictadura. De todas las luchas, que han sido muchas, el pueblo, y los que hay alrededor, se ha vuelto a recuperar. Porque tenemos un instinto de supervivencia, algo especial, que hace que se recoloquen de otra forma las cosas. El problema radica que en estas reconversiones personales obligadas, que sitúan a la gente en una toma de decisiones muy duras sobre su futuro, siempre hay pérdidas: los hijos tienen que mirar de ir a otros lugares para trabajar, ya no se puede en el mismo pueblo y toda la margen izquierda está muy mal, el señor de la esquina que tiene una tienda de electrodomésticos no vende porque hay mucha gente en paro, las pequeñas empresas y talleres que surten a las grandes fábricas tienen que buscar nuevos compradores o simplemente cierran, las cafeterías, los supermercados y tiendas de alimentación, y no sigo más…

Hay una gran espiral que como un tornado empieza a “limpiar”, parece que todo se sanea. Pero se sanea tanto que no encuentras más que tristeza y no hay ganas para nada. Las sensaciones se acumulan, pero siempre negativas. Es como un pozo al que se va bajando, según el nivel de saneamiento pertinente, y cuando se toca fondo se empieza a ascender otra vez.
Bueno, en los próximos días veremos como se recolocan las promesas, los plazos para devolver la deuda y las negociaciones con la SEPI. El tiempo pondrá cada cosa en su sitio, inexorablemente.